Estas acciones se caracterizan principalmente por (i) no tener, generalmente, derecho a voto, (ii) tener preferencia en la distribución de un monto fijo de dividendos, (iii) tener derecho a participar con las acciones ordinarias en la repartición de cualquier monto resultante después de haberse repartido el dividendo. Las acciones preferentes son instrumentos complejos donde los dividendos a los que se tiene derecho están predeterminados. Normalmente, estos dividendos están condicionados a la obtención de resultados positivos. Según el tipo de contrato el dividendo puede ser acumulativo en caso de obtener pérdidas durante el ejercicio.
Las acciones preferentes tienen un dividendo fijo o variable pactado con sus adquirentes, que no debe confundirse con un cupón de renta fija. Es un dividendo y, como tal, si la sociedad no obtiene beneficios, no tiene la obligación de atenderlo en las fechas previamente estipuladas. Como las acciones ordinarias, las preferentes no tienen fecha de vencimiento estipulado, ya que se emiten con carácter perpetuo, aunque el emisor puede decidir su recompra en función de las características de la emisión y en las fechas establecidas de antemano. En España cotizan en el mercado AIAF, mercado de Renta Fija integrado en bolsas y Mercados Españoles (BME).
Los accionistas preferentes deben recibir sus dividendos establecidos antes de la distribución de cualquier clase de utilidades a accionistas comunes. En este tipo los tenedores reciben dividendos mayores a los establecidos participando con accionistas ordinarios en distribuciones que van más allá de cierto nivel. En esta preferencia en la distribución de dividendos la que hace que los accionistas comunes sean los que verdaderamente asumen el riesgo con respecto a la rentabilidad esperada. Existen diferentes clases de acciones preferentes, de clase A, B, C, convertibles, de renta mensual, perpetuas, no acumulativas, etc.
Proporcionan ingresos de tasa fija en forma de dividendos que se debe pagar antes que los dividendos en acciones comunes. Los inversores se sienten atraídos por las acciones preferentes cuando están interesados principalmente en los ingresos, pero quieren la oportunidad para el crecimiento de los fondos. También debe tenerse en cuenta que la existencia de acciones preferentes dentro de la empresa propende a un detrimento de la maximización de la riqueza de los dueños mayoritarios. No obstante, los acreedores siempre irán antes que los accionistas (los accionistas son los últimos en cobrar).
Las acciones son las partes en las que se divide el capital social de una determinada sociedad y que otorgan el derecho a un determinado rango de participación por parte del individuo o entidad cuya propiedad haya sido adquirida. Las acciones preferentes acumulativas establecen que los dividendos no pagados a tiempo se acumulan y deben pagarse siempre y cuando la empresa es capaz de hacerlo. Ya que las acciones preferentes representan una clase especial de interés de propiedad en la empresa. Como al accionista preferente se le promete un rendimiento periódico fijo similar al interés que se le paga a los acreedores, pero no espera que al vencimiento la empresa le devuelva su capital, a menudo se le considera como un proveedor de recursos.
Los privilegios varían y pueden consistir en una mayor participación de los derechos propios de las acciones como por ejemplo, una mayor cuota en la liquidación, o tener el derecho a un dividendo preferente o fijo constante, lo cual las transforma en algo similar a los bonos y por lo tanto, se consideran una especie de acreedores. El valor de las acciones se establece según distintos mecanismos, tal y como ocurre en los índices bursátiles. Por otro lado, los precios de las acciones preferentes están estrechamente ligados a la tasa de rendimiento proporcionado por los dividendos, por lo que tienden a no apreciar tan rápidamente como las acciones comunes si la empresa va bien. Las acciones preferentes forman parte del capital social de la compañía, pero no otorgan a sus titulares derechos políticos.
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